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  1. La entrada de hoy versará sobre un aspecto poco materializable en un blog de esta índole. Me gusta diseccionar textos (como decía un sabio profesor de universidad que tuve) y contemplar al milímetro sintagmas, palabras y matices. Pero con la música, el nivel de análisis varía notoriamente, máxime cuando no soy musicólogo ni aspiro a realizar un análisis formal. Me interesa emplear las palabras que creo que sí pueden contener todas las sensaciones que me da este tipo de música. No desdeño cualquier tipo de análisis avanzado, experto, que hable de términos precisos; de hecho lo envidio, lo anhelaría, pero por ahora me limitaré a intentar describir la música como un profano, pero con todo lo que me suscita.

    Os hablaré del Drum and Bass, el subgénero de la música electrónica con un alto número de beats por minuto y consistencia aparentemente insípida, monótona. Más concretamente hablaré de lo que los gurús han llamado Liquid Funk, un subgénero dentro del Drum and Bass con unas líneas más melódicas, pausas mucho más sugerentes y un trasfondo un poco deshumanizado, relegando el baile a un segundo plano y dando énfasis en el potencial para la relajación y meditación que estas canciones tienen.

    De los principales estandartes que capitanean este movimiento, destacaré Bungle, que se ha convertido para mí en un referente de todo el Drum and Bass.

    Bungle, brasileño y cada vez más pródigo, es ante todo un artista: se nota que en sus canciones es preciso anhelar cierto sosiego, cierta sensación de liberación (o incluso sublimación) que se caracteriza por un patrón estructural bastante sólido. Me explico: en cualquier canción de Bungle se aprecia un inicio sugerente, líquido (en todos los sentidos), que nos hace evocar océanos y parajes inacabables. Se desarrolla de forma sutil y progresiva hacia los característicos beats del Drum and Bass y lo acompaña de graves (aquí es preciso escuchar su música con buenos altavoces, al menos 2 + subwoofer) que parecen interferir con unos agudos y medios alegres, enérgicos y resonantes. Luego, en el "nudo", viene la pausa, mucho más sosegada y meditabunda (aquí se minimizan los graves y se neutralizan los beats), y finalmente regresa con lo que vendría a ser el "chorus" final, donde parece que todos los elementos de la canción pugnan en busca de un nuevo orden. La conclusión, sibilante, nos tiñe los oídos de colores débiles y nostálgicos... La canción termina casi sin que lo notemos. Aquí un ejemplo de East of Underground de Dub Tao, bajo el tamiz de Bungle con su propio remix:



    La resonancia es un recurso recurrente en Bungle. Emplea el efecto eco con muchos efectos de sonido y dota en términos generales a sus canciones de una sensación onírica, de ensueño total. La canción Close your Eyes da fe de ello, invitándonos a este mencionado estado de relajación.



    En el 2007 lanzó su primer LP en formato de CD Down to Earth, con un conjunto de canciones tematizado e incluso cronológicamente coherente, presentándonos la historia de un viaje a Marte, un descubrimiento, y un regreso. El sentido de "Down to Earth" nos hace entender lo necesario que es ser pragmático cuando estamos viajando "por otros planetas". De entre todos ellos, destacaría el tema Back to Mars que me recuerda muchísimo a mi abuelo, pues lo escuché por primera vez el día después de que muriera. Me hace pensar en un retorno entendido de muchas maneras...



    Move On (lanzado en el vinilo Syntax Audio 3 en el verano de 2009) es la que yo considero la "Oda al Movimiento", la canción perfecta que me hace imaginar un videojuego total con un movimiento infinito, quizás en unos paisajes atemporales. Sus constantes idas y venidas en este círculo interminable me hace meditar sobre el mismo infinito. "Perfección" y "Movimiento", estas dos palabras resumen lo que Move On me suscita.



    Su nuevo álbum Memories lanzado este Septiembre de 2011 no ha hecho más que revitalizar todas mis fuerzas para seguir rindiendo este merecidísimo tributo a Bungle.

    Ha mejorado con la técnica, aunque ahora es más profuso con sus creaciones y las dosis de energía y vida las reparte de forma más equitativa y sutil a lo largo y ancho del álbum.

    El tema Numbers me recuerda inevitablemente a una catedral, totalmente diáfana, totalmente gótica. Sea la construcción o la contemplación de la misma, no puedo dejar de evocar situaciones y momentos lejanos de nuestro presente, pero con el toque cíclo y futurista de esta canción. De 7 minutos de duración, Bungle combina la suavidad de la guitarra con el frenesí de los bpm, bañados en un mar que resuena con notas de un órgano intangible.



    El tema homónimo del álbum, el que presumo que debe de ser el buque insignia de su nuevo álbum rezuma originalidad y radicalidad a partes iguales. Intuyo en la voz cierta tendencia rap un tanto comercial incluso, pero en lo profundo de los tejemanejes oigo resonancias lejanas y sonidos puros, de nivel atómico. Percibo en lo genuino de su matiz toda una carrera a sus espaldas, el fruto de una maduración que se ha hecho esperar y se ha prodigado en esta obra de arte. Lo usual es encontrar en Bungle arquetipos estructurales comunes a lo largo de su obra.

    Pero ahora algo ha cambiado, el tema Memories dura tan sólo 3:17 y demuestra en ello una inusitada brevedad. Bungle ha sabido capturar lo vívido de sus emociones, intuyo, y condensarlo en un sonido volátil, sensibilísimo y dispuesto a agitarnos los tímpanos con una energía intacta, como si brotara violentamente de un suelo magmático, que está latente en el disco.



    Otro tema que me ha impactado es The Siren, con los cantos agresivos y enérgicos de una mujer, que exige su propio espacio según entendamos la letra. La canción exige, reclama, obliga, y conquista. La potencia de la misma es comparable a la de un coro entero.



    Éste es el repaso que considero justo para Bungle de su carrera y su obra, en términos generales. Me gustaría seguir explayándome con más temas suyos, pero sería perder el tiempo, pudiendo animaros a que busquéis vuestras propias palabras...