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  1. Ratio

    4 sept 2013



    La razón es uno de los conceptos más explotados desde todos los bandos: desde la filosofía instructivista de cualquier tipo que la adopta como una meta a seguir, una herramienta cuasiquimérica de loables virtudes a la percepción popular de la razón como ítem de autoridad dialéctica. (Lo que nos distingue de los animales nos convierte en seres brillantes, de ahí la Ilustración o el Despotismo Ilustrado.)


    Leyendo y conociendo tímidamente a Schopenhauer descubro (o ratifico por enésima vez, como cualquier otra mente pensante ya habrá hecho) que las estratagemas típicamente empleadas para llevar razón (no necesariamente tenerla, sino solamente querer llevarla) se siguen perpetuando en cualquier estirpe, vulgar o petulante, ostentosa o deplorable.


    Los clásicos golpes bajos (ataques ad hominem) de tú hijo de puta más son el pan de cada día en las discusiones cuyos adversarios están tan empobrecidos intelectualmente que no piensan más que en el descrédito gratuito. 


    Lo peor de todo es que esta estratagema, al ser la más vulgar y conocida, se ha ido desplazando con notoriedad por otras más sutiles, propias de arteros demagogos, casi imperceptibles por los anteriormente descritos en el párrafo anterior. Y sin necesidad de referirme a nadie, leed y juzgad si véis un reflejo en la actualidad, después de unos 200 años de que el bueno de Arthur el pesimista lo escribiera:



    Estratagema 36


    Desconcertar y aturdir al adversario con absurda y excesiva locuacidad. Esto tiene que ver con que

    Frecuentemente cree los hombres, al escuchar palabras huecas, que se trata de graves pensamientos.

    Si el adversario es consciente de su propia debilidad y lo oculta, si está acostumbrado a escuchar cosas que no entiende haciendo como si las hubiese entendido, entonces puede impresionársele si con aire de seriedad y haciendo que parezcan verdades profundas, se le espetan los mayores absurdos como si fueran la prueba palpable de lo que se desea defender. Frente a ellos perderá el oído, la vista y el pensamiento. Como se sabe, algunos filósofos han utilizado recientemente esta estratagema ante el público alemán, obteniendo con ello un extraordinario aplauso. Ya que se trata de exempla odiosa [ejemplo odioso] tomaremos para ilustrarlo un fragmento de la obra de Oliver Goldsmith:


    The vicar of Wakefield [cap. VII]19.


    -Muy bien Frank -repuso el Squire-, pues que me ahogue este vaso si una hermosa muchacha no vale más que todos los clérigos del país. Porque los impuestos y los diezmos no son más que una imposición, todo un condenado engaño, y puedo probarlo.-Me gustaría que lo hiciera- dijo Moisés; y continuó- : Y creo que yo podría replicarle adecuadamente.-Muy bien, caballero-exclamó el Squire burlándose de él y haciendo señas al resto de la familia para que nos dispusiéramos a divertirnos.-Si tiene usted firmes argumento sobre el tema estoy dispuesto a aceptar el desafío. En primer lugar, ¿cómo prefiere discutir, analógicamente o dialógicamente?-Racionalmente- respondió Moisés, muy contento de que se le aceptara la discusión.


    Existe, paradójicamente, un impulso irracional que nos conduce a querer tener razón.