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  1. Simple relajación

    11 sept 2011

    Retomamos el ritmo del blog juntamente con el inicio del nuevo curso, por mucho que al fin y al cabo sea un inicio meramente simbólico, pues servidor nunca tuvo vacaciones en lo que al campo artístico y académico concierne.

    A veces es bonito dejarse llevar por los recuerdos que te traen de vuelta a uno de tus quehaceres más placenteros: jugar a los videojuegos en una consola portátil, sentado en el sofá vetusto y sabio de casa, acurrucado en aquel rincón insondable. Corría el año 2000 cuando mi hermano trajo una Game Gear prestada, acompañada de una ristra de juegos nada desdeñable: entre ellos se encontraba el "clon" incomprendido de Tetris: Columns.

    Columns no deja de ser un juego-sucedáneo de todos los juegos de puzzles que había en la época (1991). Obviando lo repetitivo de su mecánica de juego (alinear columnas de 3 o más piezas horizontal, vertical o diagonalmente), hay un motivo que me impulsa a retratar concienzudamente este videojuego. No es otra cosa que su música. Una Game Gear, aparato ligeramente superior a la media ofrecida por las consolas portátiles de la época, podía transmitir simplemente aquellos pitidos tan exclusivos de los videojuegos de los 80 y principios de los 90.

    A veces dicen que no hay que complicarse para que algo resulte efectivo. Ni más ni menos. Empezamos con la pantalla de título, seleccionamos modo de juego y disfrutamos de la caída libre de las piezas. Recuerdo que con mis 12 años siempre me fasciné por el grado, inusitado, de detalle que podían ofrecer algunos videojuegos. Fijémonos en la música, relajante y lenta (algo que más tarde se justifica totalmente), en el paisaje, que nos recuerda quizás a una ciudad soñada, una tierra prometida... (Aunque en algunos casos se refieren a ella como una ciudad de Oriente Medio). Y sobretodo, el tiempo que discurre poco a poco. El tempo, incesante, aumenta, y nos recuerda a veces lo efímero que es el momento, el retrato, ello.

    La mecánica siempre era la misma. Pero precisamente por eso lo jugaba. Aun siendo una actividad ritualista, cada tarde echaba una partida después de merendar y me imaginaba cómo sería aquella ciudad. Cada día era igual, pero al mismo tiempo diferente. Quizás un placebo, o quizás una irrefrenable necesidad. Pero al fin y al cabo, es como vivir una vida anhelando encontrar algo más allá.



    En términos tecnológicos, la Game Gear ha sido superada con creces, pero me cuesta creer que asimismo lo haya sido la magia de algunos de sus videojuegos.

  2. No soy demasiado asiduo a la música europea experimental o clásica. No soy un gran experto en música ni mucho menos musicólogo. Pero vivo la música con una intensidad que no se puede parangonar... Y esta pieza de Wim Mertens me demuestra que sigue habiendo reductos de placer por los que luchar... Pero más allá del título tan sugestivo, puedo decir que es una canción que crece progresivamente; parece tener planteamiento, nudo y desenlace. Parece que vibre al son de nuestras propias emociones. Wim Mertens es además musicólogo y ha hecho numerosas incursiones en la música concreta y experimental, por lo poco que he podido indagar.



    Espero que sea un reducto de placer, una brizna fresca entre tanta supina e insípida marisma.




  3. passa lenta la tarda
    entre els pollancres del
    crepuscle.
    convoque els mots i els silencis
    i al
    llarg del poema
    s’esmuny la paraula fosca,
    la paraula que només es pot dir
    a frec de llavis.


    parla’m. digues:
    el meu silenci
    és un riu d’aigües fosques
    cap a tu.

    digues:
    el temps
    madura
    calladament
    i vindrà l’instant
    i serà un dia entre tants dies.




    passa lenta la tarda
    entre els pollancres del crepuscle
    mentre lent s'extingeix
    el ritme breu del teu silenci.


    (Poema d'Anna Montero. Fotografies i retocs meus)

  4. Aranea

    2 jun 2011

    In the darkest,

    abandoned, dull places

    where nobody dares to stay,

    dwell small creatures

    oblivious to decay.

    You can see how their weaving

    breed their threads of death.

    In the most perfect silence,

    awaiting for an unwarned visitor,

    to fall in the invisible grave