No suelo acompañar mis fotografías de texto para no condicionar la recepción, pero en este caso merece la pena comentar que se trata de un perro sin nombre al que solía cuidar de vez en cuando. Era huraño, se escondía en su caseta y a veces se dejaba entrever en mitad de los matorrales. Cuando los rayos de sol tornaban cálido su lecho, permitía que le acariciaran la panza.
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Pajar
11 nov 2011
Consumado por Godadá a 4:28 | Continentes criaturas, fotografía, naturaleza, paz | Enviar por correo electrónico Escribe un blog Compartir con Twitter Compartir con Facebook |
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